martes, 31 de diciembre de 2013

Este 2014 es clave para nosotros los periodistas. Tenemos que ser mejores por el bien de todos los argentinos

Como dice el viejo dicho popular "camarón que se duerme se lo lleva la corriente". Ya todos sabemos como viene la coyuntura política interna y la global, al fin y al cabo el capitalismo se recicla en todas partes de mundo de la misma manera ¿o no?. Agotado el sueño burgués del kirchnerato de gobernar la Argentina por lo menos veinte años con la estrategia del discurso de izquierda (para la tribuna) y las clásicas políticas económicas de derecha que mantienen el modelo de la desigualdad light y el derrame, los eternos ponedores y sacadores de gobiernos preparan su nueva celada. El poder real, los verdaderos dueños del país, esos que tienen de empleada permanente a la corporación política en base a privilegios para que jueguen a representarnos en el Parlamento, en el Poder Ejecutivo y hasta el Judicial, ya planifican otro final caótico para mediante el miedo, el descontrol y el desasosiego de la población, rehén a tiempo completo de estos mafiosos, vendernos al próximo menemista que llegará triunfante a la Casa Rosada. Allí están como siempre los terratenientes, ahora convertidos en multimillonarios sojeros, la Unión ¿Industrial? Argentina, la banca "nacional" e internacional, los timberos de las finanzas, el aparato del PJ "nacional" y del resto de los partidos "capitoliberales", la Iglesia, ahora envalentonada con San Bergoglio dando cátedras de humanismo desde la monarquía vaticana en el nuevo Puerta de Hierro "romano", algo que parece un chiste de mal gusto pero no lo es. Y para rematar, los multimedios que este mejunje parasitario ha creado para legitimar todas sus matufias e injusticias. Esa es la parte que nos compete a nosotros, porque somos empleados de ese complejo comunicacional que responde a todos estos intereses macabros. Aunque estén disfrazados de liberales racionalistas o de nacionales y populares. Lamentablemente el criminal Proceso de Desorganización Nacional videlomasserista, brazo armado de los mismos muchachos que les acabamos de nombrar antes, y que siguen ahí arriba, hicieron muy bien su trabajo y nos asesinaron a los mejores entre nosotros: los Rodolfo Walsh, los Paco Urondo, los Haroldo Conti, los Raymundo Gleyzer,  Alicia Eguren de Coock, Claudio Ferraris, Enrique Walker, Ignacio Ikonicoff, Alicia Raboy, Marcelo Gelman, Norberto Habegger, Ortega Peña, y otros tantos. La vuelta de la democracia con Alfonsín, y luego el menemato. nos fueron transformando en el tristemente célebre "periodismo sanguchero". No sólo por el hecho de que la frase provenga de nuestras hambrientas participaciones en cócteles o caterings vengan de donde vengan, sino porque en la metáfora del sanguche se esconde el nefasto individualismo que hoy nos caracteriza. El del colega que no tiene más ideología que la de su patrón y trabaja denodadamente día y noche para competir en la guerra que la "empresa" le propone contra sus propios compañeros mediante la invención magnettista de los "premios y castigos", todo a cambio del berreta protagonismo de la cámara, del aire en general, de los viajes, de los viáticos, de la "mejor obra social", del célular libre, del reconocimiento del verdulero de la esquina o el tachero, de permitirnos estar cerca de los que detentan el poder solamente un ratito para hacer una notita, que obviamente seguirá el libreto de los jefes. Así nos fuimos transformando en cáscaras vacías, operaros de la patronal para dejar morir al periodismo. Empezamos a hacer justamente lo que el genial Enrique Symns denomina "el periodismo jurisprudente". El movilero que llega a la nota y cuenta la versión oficial de un comisario chorro, nunca la de la víctima o el mismísimo victimario para conocer el trasfondo de la historia, va un hospital y habla con el director médico, nunca con los enfermos, el cronista que entiende por off the récord hacer chistes pelotudos con el burócrata sindical, diputado, senador o funcionario con el que habla 45 minutos para después publicar una boludez que no le importa a nadie más que a él, porque claro, allí estará su insípida firma. Muchachos hemos caído en su trampa y lograron que creamos que hacer periodismo es solamente estar en pantalla, leyendo un telepronter, en el aire de una radio repitiendo como loros lo que sale en el portal facho de Infobae, editando libros de mierda que cuenten que Boudou se tira pedos o que Macri fue siempre un nene bien, firmando notas en los principales "mentirosos de la mañana"... eh! perdón... "matutinos de la mañana", con noticias de antes de ayer. También nos llevaron a ser mezquinos con nuestros pares, a pisarles la cabeza por un "ascenso" o a hacernos los boludos cuando los echan, los explotan o los basurean como a nosotros, aunque todavía sobrevivamos en algún puestito, al menos por ahora!. Lo que no tomamos en cuenta, es que la rueda sigue y mañana nos toca a nosotros, seguro!. O porque aparecen forrritos descartables nuevos, con más énfasis para mentir y reproducir barbaridades , con menos años, más juveniles, o con menos pretensiones dinerarias aún que nosotros. Por eso, no se olviden, la rueda mágica y misteriosa, hoy les cae en la cabeza a unos, mañana nos puede reventar el marote a nosotros, no lo duden!. Muchos ya aprendieron la lección, otros tantos se siguen felicitando tristemente por participar de esta derrota como profesionales y como seres humanos. Se tiran frases lobotomizadas como: "ay que bueno! el otros día te vi en el programa de Mauro, estabas divina!", o "saliste muy bien cubriendo el crimen de Angeles, que bien que te trató Feinamnn al aire, es un señor ¿no?..." ¿son pelotudos, falsos, o se hacen?. Nosotros no somos tan boludos como parecemos y sabemos que todo esto que les decimos en el fondo les preocupa a casi todos, porque más allá de este mundo virtual sabemos que algo no nos cierra cada día que pasa con nuestra tarea. Por algo miles de colegas, que no participan en nada de nada que los proteja de los avances de los hijos de puta que les pagan esos sueldos de mierda, nos pasan permanente información para que publiquemos. Lo triste es que muchos no lo hacen por solidaridad  con sus compañeros o por la defensa de derechos que nos asisten a todos como Trabajadores de Prensa, sino por terror a que la matrix de Magnetto, Moneta, Szpolski, Garfunkel, Telefónica, González González, Cetrá, Vila, Manzano y otros garcas, se desintegre porque uno o varios "Neos" terminen por certificar que todo eso era pura ficción. Que el mundo real es mucho más complejo que estar choluleando como idiotas artistas de la calle Corrientes a cambio de un billete, de pseudofama, de supuesto "prestigio" periodístico, o lo que es peor, por pánico a sentir que sin esa mentira no somos nada y no podríamos vivir. Por todo esto es que van surgiendo resistencia naturales, como por ejemplo el histórico Plenario de Delegados Autoconvocados de Prensa Escrita, Radial y Televisiva, que se puso al hombro todos los conflictos planteados por las patronales contra nuestros intereses frente a la inacción premeditada de la burocracia gremial que coopta nuestro gremio, y pretende mediante el fraude eterno seguir cogiéndonos con el miembro inerte, porque obviamente es funcional a todo este sistema diabólico de precarización eterna para las mayorías y cada vez más utilidades para ese pequeño grupo que nos desgobierna hace siglos. En este 2014 no dejemos pasar la oportunidad, olvidemos los egocentrismos, las diferencias políticas, las miserias personales, y los chiquitajes unipersonales o colectivos para avanzar en conjunto contra esta mierda que nos cmió el coco. Todo eso tiene que pasar a formar parte de lo vetusto, lo viejo, lo injusto, lo inservible, lo inútil, y vayamos por lo nuevo, por la unidad de todos los trabajadores de prensa en lucha por recuperar la dignidad y para volver a ser periodistas, para beneficio de todos los argentinos, pero de verdad. Recuerden la frase que no importa ya quien la dijo "periodista es aquel que saca a la luz algo que alguien, o muchos, no quieren que se sepa". Agregamos nosotros, "y no salir a repetir como loros descerebrados los que productores ambiciosos y pelotudos nos piden para quedar bien con sus jefes para no hacer, ni ser, ni decir nada por el bien común.

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