lunes, 1 de diciembre de 2014

Szpolski sigue desmembrando "su" Grupo 23, Miradas al Sur pasa en parte a manos del Movimiento Evita

"Cambio de manos"

La dupla testaferra del Gobierno en materia de medios, Szpolski/Garfunkel, "vendió" un amplio porcentaje de su empresa Ultrakem S.A., propietaria del semanario Miradas al Sur, que todavía sigue liderando el volátil Eduardo Anguita al Movimiento Evita que conduce Emilio Pérsico. Hace horas el "querido" Sergio, se hizo presente en la redacción de la publicación junto a los nuevos "dueños" en los papeles: Aram Aharonian, Raúl Lorenzo, Carlos Villalba, quienes anunciaron, y esperamos que sea cierto por esta vez, el respeto de las condiciones de trabajo, derechos adquiridos, conservar la misma obra social, carga horaria y francos, y garantizaron todos los puestos de trabajo. También manifestaron su intención de llegar a todo el país y de a poco convertirlo en un periódico para competir con Tiempo Argentino y otras publicaciones paraestatales, privadas y opositoras. Según esta operación, y esto es peligroso y hay que tener cuidado, los colegas trabajadores de prensa que desempeñan su labor allí quedarían desvinculados del Grupo Veintitrés a partir de hoy lunes y en unos 15 días deberán mudarse a un nuevo domicilio que estaría ubicado en el barrio de San Telmo. Según publicó la Agencia Paco Urondo del partido MILES de Luis D'elía, "la compra responde a un viejo deseo del militante (Pérsico) de disponer de un órgano de prensa masivo, inspirado en la experiencia del peronismo revolucionario de los '70. Hasta el momento, la publicación dirigida por Eduardo Anguita continuará con su equipo habitual, pero irá sumando paulatinamente integrantes que pertenezcan a la línea de la organización. Fernando "Chino" Navarro, consultado por esto, afirmó que hará declaraciones recién la semana entrante. Recién entonces se conocerán más datos". Por su parte les suministramos algo que luego ampliaremos, un poco de data en base a una nota que le hicieron hace unos años a uno de los propietarios, el señor Aharonian:

Aram Aharonian

Nació en Uruguay, pero los vaivenes políticos de estas tierras lo hicieron ir y venir por el continente. Expulsado de su país, en 1973 formó parte en Argentina de la conformación del diario Noticias, que encabezaba Rodolfo Walsh. Allí compartió espacio con Paco Urondo, Horacio Vertbisky, Miguel Bonasso, Pablo Giussani y otros popes del periodismo. Tras la experiencia, se mudó a Venezuela, fue corresponsal de la cubana Prensa Latina y de unas cuantas agencias internacionales. En el país caribeño vivió en carne propia la etapa de decadencia absoluta de la Venezuela empobrecida y el ascenso chavista, gobierno con el cual asumió la conducción de Telesur, la cadena de televisión para América Latina que se pensó como el contrapeso a los medios concentrados y opositores a los cambios en la región. Hoy alejado de Telesur, Aharonian dirige el Observatorio de Comunicación y Democracia, de la Universidad Iberoamericana del Caribe, entre otras actividades académicas. Y habla.

“PARA SER ALTERNATIVOS HAY QUE SER MASIVOS”

Usted tiene unos 40 años de experiencia en el periodismo, y en el último tiempo lo que más se marca es el cambio tecnológico. Sabemos ya las consecuencias técnicas, ¿pero cuáles son las consecuencias políticas del cambio tecnológico?

Primero, la tecnología estuvo concentrada en los grandes grupos económicos. Y la tecnología, además, era cara. Eso abría una brecha muy grande para con aquellos que apenas teníamos acceso a lo marginal de la tecnología. Nos sacaron bastante distancia, nosotros veníamos de escribir en máquinas Remington. Pero desde los 90’, la vorágine de cambios tecnológicos se ha puesto accesible para todos. La masificación de la tecnología, que es un cambio político importante, ha permitido entrarle y manejar la información de forma diferente. Por otro lado, uno de los cambios políticos más importantes fue cuando, en 1991, la CNN transmite en vivo y en directo la Guerra del Golfo: cambiamos la información por el show y la información de varias fuentes por la información de una sola fuente, nos dan la información como un hecho consumado y no tenemos forma de verificar si es cierta o no. En Somalía, la que decidió a qué hora entraban las tropas fue la televisión, para que hubiera luz de día y los soldados tuvieran pinta de libertadores, en horario premium de la televisión. Show y una sola versión de las hechos. De ahí, la imagen única: el pensamiento único. Y así eso va construyendo un imaginario colectivo sobre unas realidades que no son realidades, y nos damos cuenta de ello cuando esa realidad que nos venden colinda con nuestra realidad de todos los días. _

¿Y cuál es la realidad que nos venden?

Basura. La información en este momento es basura, no sirve para nada. Y no hay forma de cotejar si es cierto o no. Por eso, lo más importante de Telesur es que da una información alternativa a la que viene del Norte. Ya no se puede invisibilizar todo.

Eso lo posibilitaron las nuevas tecnologías.

Sin dudas. Y también posibilitó que la CNN, que no pasaba jamás un negro o un indio, ahora tenga que visibilizar un montón de procesos que hay en América Latina, porque igual los va a dar el otro.

Sin embargo, la llegada –y la penetración- no es la misma.

A nosotros nos han convencido de que ser alternativo es ser marginal. Nos han convencido. Entonces tenés un periódico o una radio comunitaria y qué bárbaro y conseguís plata de una ONG belga o neozelandesa y todo bien; y eso, lo que está haciendo, es condenarte a morir en ese nicho, y no ser alternativo a nada. Tenemos que saber a qué somos alternativos: alternativos al mensaje hegemónico del Norte. Y para ser realmente alternativos hay que ser masivos.

¿Y cómo se es masivo para superar la marginalidad?

De dos formas: con una red de pequeños o con un medio masivo. No hay otra forma. Es que es la única forma para llegar con tu mensaje. Si más del 90% está dominado por los medios corporativos, bastante poco podés hacer con lo restante. Sino, no se cambia ningún imaginario colectivo. Te estás autocondenando a que tu mensaje sea oído por tu misma gente y punto.

“EL ENEMIGO SIGUE MANEJANDO LA AGENDA”

Telesur cumplió el objetivo de ser masivo.

Empezó con nuevos paradigmas: la única forma de ser alternativo es ser masivo. En ese punto sí. Pero además necesitás tener un mensaje alternativo. Y eso significa tener una agenda informativa propia y no una agenda que sea reactiva a la agenda del enemigo.

¿Y cómo se genera la agenda alternativa propia?

Ahí vas: a través de la concientización sobre lo que querés hacer.

Teniendo un proyecto político

Y comunicacional. Saber muy bien qué querés. Y si lo que querés hacer es visibilizar los procesos que vive América Latina, vas a hacer una agenda totalmente distinta a la de CNN y no vas a ser reactivo a lo que dice CNN. Nosotros hemos perdido mucho tiempo, en América latina, contestándole al enemigo: el enemigo te tiene como un boxeador noqueado, que de vez en cuando tira un ganchito, pero que no le hace daño a nadie. Y siempre estás respondiendo. No podés generar política, no podés comunicar lo que estás haciendo y por ende el que sigue manejando el poder de las agendas es el enemigo.

Y esto lleva a “que nadie se entere de lo que pasa en América Latina”, como usted señalaba en un artículo. ¿Qué pasa en América Latina?

Hay pueblos vivos, hay una memoria viva, una tradición viva, una historia, una identidad que se va formando, luchas por mejorar las condiciones de vida. Aparecemos en los noticieros mundiales cuando ocurre alguna desgracia, y obviamente somos un poquito más que eso. Y nuestra misión como comunicadores es visibilizar esas realidades. Nuestra tarea como periodistas es una función social, no sólo profesional. El que no lo entiende que se dedique a manejar taxis. El problema está en que no estamos suficientemente convencidos de nuestras propias luchas para poder poner nuestras propias políticas en las agendas. Hay que vernos con nuestros propios ojos –el nombre de su último libro-. En los últimos 500 años nos vimos con ojos extranjeros. Y hoy no está reflejada nuestra di­versidad cultural, política, étnica.

“NO HAY POLÍTICA COMUNICACIONAL”

Venezuela hoy es noticia por los gestos y discursos ampulosos de Chávez, pero uno sabe -de forma marginal- que existen distintos movimientos sociales en el abajo, de los que nadie se entera.

Porque no hay política comunicacional. Han dejado toda la política comunicacional en manos de Chávez. Es difícil que la propia gente de Venezuela conozca los procesos que hay adentro, salvo que los esté viviendo. General­mente, lo que hace el gobierno es responder a las críticas de la oposición, se vuelve reactivo y pierde. Teniendo toda la información no puede ser proactivo en la comunicación.

Usted decía que lo que había pasado en Argentina –refiriéndose al conflicto de la 125- dejaba en evidencia que los medios son la punta del iceberg de corporaciones económicas. Y también es evidente que aquí tampoco hay una política de comunicación.

Porque nuestros gobiernos han creído siempre que se puede negociar con los poderes mediáticos. Y si los confrontás llegás a esta guerra en donde se desinforma, se manipula, se miente des­caradamente. Todo se trata de que si lo hace el gobierno, está todo mal; desprestigian las funciones del gobierno, porque ellos se quieren erigir en el primer poder. Primero lo hicieron con los partidos políticos –que los políticos no servían para nada, que eran todos corruptos- y ahora con los Estados, deslegitimando la función de éstos para ocupar sus espacios. Son los medios los que imponen los protagonistas y los antagonistas.

E interviene también, en toda esta lectura, esta visión equivocada de que los medios siguen siendo me­dios y no sujetos políticos con claros intereses.

Estamos atrasados 40 años en muchas cosas. Esos temas no se ven en las universidades, como no se ve la realidad del país o de América Latina. Y eso no es casualidad. Es un problema de romper esa dependencia mental. Tenés que convencerte de eso, sino seguís creyendo que la información real es la que dan ellos.

“NO TENEMOS ALTERNATIVA AL CAPITALISMO”

El actual momento de América Latina se supone que es único, dada la cantidad de presidentes que, más allá de sus matices, comparten cierta visión del mundo, más el trabajo de un número importante de organizaciones sociales. Sin embargo, usted señalaba que la batalla cultural la estamos perdiendo por goleada.

40 a 0 decía. Hay que diferenciar: la llegada al gobierno no significa la toma del poder. Lula no tiene el poder, tiene el gobierno. El poder lo tienen la burguesía paulista, más la Red O ‘Globo, las Fuerzas Armadas. ¿Cristina tiene poder? Está jaqueada por diferentes sujetos. Bolivia igual. Sí tienen una visión similar: todos los presidentes son hijos de los movimientos sociales, que es la izquierda real que hay en América Latina. Cuando el abajo se mueve impulsa los cambios. Pero esta circunstancia de no poder arribar al poder real, al poder total, imposibilita hacer más cambios, a jugar juntos. Hasta hora hemos flirteado todos, siempre estamos ahí, pero no viene nadie a cabecear… Y lo peor de todo es que no tenemos alternativa al capitalismo.

Sólo se menciona el llamado “so­cia­lismo del Siglo XXI”.

Es un lindo proyecto, pero no hay más que eso, o hay poco más que eso. Estamos perdiendo 40 a 0 porque aún no tenemos ni siquiera la fuerza para recuperar nuestra memoria, entender quiénes somos. El cambio más interesante en América Latina es el de la gente. Va entrando la idea de que somos latinoamericanos, que somos una gran nación que siempre nos dividieron y acentuaron nuestras diferencias para poder dominarnos. Está la certeza de que si nos unimos, no pueden.

SOBRE SU PASO POR TELESUR

“A esta altura de mi vida, esto no es una frustración personal” dice Aharonian sobre Tele Sur, canal que abandonó en diciembre del año pasado. “Yo tengo asumido que mi participación en los proyectos es formarlos, hacerlos, ponerlos a funcionar y después tienen que venir nuevas generaciones a hacerse cargo. Nosotros, que estuvimos durante años pateando viejos para afuera, cuando llegamos a viejo nos olvidamos de eso”.

Pero en el caso puntual de Telesur no fue por una cuestión de edad que se hizo a un lado.

No, fueron una cantidad de diferencias políticas, e incluso éticas. Creo que se perdió la idea de para qué

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya aprendió a hablar persico?