Todavía propios y extraños juegan con la posibilidad de que la heredera del kirchnerismo puro, CFK, juegue por necesidades electorales sus últimas cartas a un probable apoyo a la candidatura presidencial del ex motonauta y playboy de los '90, Daniel "Camaleón" Scioli. La teoría a esta altura de las circunstancias puede servir aún como variable de especulaciones para el mundillo periodístico K y antiK, pero en la realidad de los hechos, se trataría de un acto suicida al que sabemos que la propia Jefa de Estado y su pequeño entorno no están dispuestos a exponerse. Si hay algo que lo pejotistas saben y traen en el ADN es que el que agarra el bastón en la Rosada traicionará inevitablemente a sus "padrinos". Lo hizo Duhalde con Patillas y los Kirchner con Duhalde. Esto sólo lo puede discutir un necio, no negamos que haya un sector del cristinismo que le esté proponiéndo a la Mandataria que en última instancia, si los números no cierran, se banque a un Scioli bajo la hipótesis del "corralito político". Esa "estrategia" de que "Daniel" cercado por soldados propios podría ser controlable es bastante infantil, y más allá de todo si hay que la "Mesa Chica" sabe es que es inviable. Por eso lo ríos de tinta y sanata televisiva, radial y webera al respecto es relleno para entretener a las clases medias pero que nunca podría llevarse a la práctica. Perón tuvo dudas sobre su delfín Héctor Cámpora y lo rajó a patadas en el culo antes de que la cosa se le fuera de las manos... así le (y nos fue) después, por olvidar que se estaba muriendo. Si la lealtad del "Tío" fue puesta en duda por su jefe 49 días después de ungirlo como su representante, nada más y nada menos que frente al Poder Ejecutivo, ¿cómo se puede creer que "La Jefa" vaya a confiar en quien nunca confió?... vamos muchachos, paren con la sarasa!. Scioli será el Ruckauf del kirchnerismo, volverá al llano después de su paso por la provincia a la que deja peor que cuando asumió.
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