viernes, 11 de marzo de 2016

Un país con su Casa de Gobierno, plaza histórica y Catedral enrejada no va bien no?

Desde la matanza y el desastre de 2001 que se llevó a más de 39 argentinos que fueron asesinados para imponer un plan de ajuste que nunca terminó, los 12 años de kirchnerismo con todas sus miserias logró mejorar la pobreza del pueblo trabajador, pero con paliativos que nunca desarticularon el sistema de poder terriblemente desproporcionado que se mantiene indemne. Dejó de faltar para comer a muchos compatriotas pero nunca la totalidad de esa gente tuvo acceso a una vivienda propia, y especialmente saliendo del caso urbano de la Ciudad de Bs. As., a salud, educación y los elementos mínimos para poder llevar una existencia razonable: agua potable, cloacas, asfalto, luz, etc. Esta administración de CEOs vino a desguazar esos pequeños avances, que no permitieron una verdadera movilidad social pero colaboraron para tratar de estar mejor, diría Diego Torres. No somos apologistas del kirchnerismo, pero claro, comparado con esto, pareció una revolución socialista. Eso está claro. No nos gusta esa idea de tener que votar el mal menor, pero el estado desesperante al que están llevando a miles de argentinos ya está haciendo pensar al votante xenófobo, antitrabajadores (aunque ellos mismos lo sean y se escondan en la mentira de "yo soy de la clase media"), filofascista, antiperonista por odio y admiradora de la mano dura, que tal vez esta no haya sido la mejor opción. En su momento no vimos diferencias entre el empresario Scioli y Macri, ni las seguimos viendo, pero el que gobierna es el Hijo de La Patria Contratista, nada es casualidad. Caminar por el centro cívico de la ciudad da a entender que nuestro país nunca se normalizó desde aquella trágica salida de Fernando De la Duda... ni con el "populismo" kirchnerista, y menos que menos con el retorno del peor neoribelarismo. Ya no sólo la Casa Rosada está cubierta de rejas como los muros del Kremlin, sino que también las calle laterales que desembocan allí, Rivadavia e Yrigoyen. Lo más increíble es que mientras se da un hecho que jamás ocurrió en la historia de la Iglesia ni de los argentinos, la Catedral porteña también esté amurallada y rodeada de uniformados como si fuera un banco amenazado de ser robado. Por eso, como decía el viejo Alberto Cortéz: "no te asombres si después las bendiciones se reparten desde un púlpito blindado"...

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